CURSO VIRTUAL

La Fórmula Secreta del Cine Mexicano

Segunda parte 1966-2001

8 sesiones virtuales de 2 horas cada una,

a través de videoconferencia.

Fechas: Del 19 de enero al 09 de marzo 2021

Horario: Miércoles de 19:30 a 21:30 horas

Costo: $1,600

Coordina: Juan Antonio de la Riva

Hijo de un proyeccionista de cine itinerante, pasó su niñez en compañía de su padre ofreciendo  funciones en los aserraderos de la sierra de Durango, para luego asentarse en San Miguel de las Cruces para establecer un cine. En 1975 inició estudios de realización en el CCC y su tesis fue el  cortometraje “Polvo vencedor del sol”, que obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine de Lille, Francia y el Ariel en la misma categoría. Luego de dirigir los documentales “Xochitlalis” y  “Huastecos de Veracruz” en 1984, debutó con su ópera prima, “Vidas errantes”. A la fecha ha dirigido 18 largometrajes.

Acerca del curso

(Segunda parte 1966 – 2001)

En 1966 se fundó el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM (popularmente conocido como el CUEC), la primera escuela de cine del país y que será determinante en la formación académica de futuras generaciones de cineastas.

Después del Primer Concurso de Cine Experimental  se abrieron posibilidades de empezar un proceso de renovación, mismo que se iría cimentando con la creación de nuevas compañías productoras y la inclusión de nuevos directores. Tal fue el caso de Cinematográfica Marte que produjo Los caifanes, de Juan Ibáñez, sobre un guion de Carlos Fuentes y que resultó un gran éxito de público y de crítica. Animados por ello, la compañía produjo las primeras películas de Salomón Laiter, José Estrada, Jorge Fons y Manuel Michel. Otra nueva compañía, Cinematográfica Marco Polo auspiciaría el debut de Gonzalo Martínez, Juan Manuel Torres y Sergio Olhovich resultando de todo ello películas como Las puertas del paraíso, Para servir a usted, Patsy mi amor, Tu, yo, nosotros, Cayó de la gloria el diablo y Muñeca reina.

En el cine industrial destacó la figura de Carlos Enrique Taboada con dos películas del género de terror como fueron Hasta el viento tiene miedo y El libro de piedra. Otros directores importantes fueron Servando González con películas como Yanco, Viento negro y El escapulario; José Bolaños con La soldadera y Alberto Mariscal realizador de “westerns” como El silencioso, Todo por nada, El tunco Maclovio y Los marcados.

El año de 1968 quedó referido en el cine a través de la película oficial Olimpiada en México, de Alberto Isaac y la película universitaria El grito, de Leobardo López Aretche, documental sobre el movimiento estudiantil de ese año.

En 1970 con la llegada de Luis Echeverría a la presidencia de la nación y el nombramiento de su hermano Rodolfo Echeverría al frente del Banco Nacional Cinematográfico, se puso en marcha un nuevo proceso para el cine mexicano: se minimiza la participación del sector privado en la producción y se fundan  tres compañías productoras estatales: Conacine, Conacite1 y Conacite2; se crean la Cineteca Nacional, el Centro de Producción de Cortometraje y el Centro de Capacitación Cinematográfica, la segunda escuela de cine del país. También se reanudaron las actividades de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), las cuales habían estado suspendidas por más de una década.

De este período destacan películas como El castillo de la pureza, de Arturo Ripstein, El principio, de Gonzalo Martínez, Mecánica nacional, de Luis Alcoriza, El rincón de las vírgenes, de Alberto Isaac, Calzonzin inspector, de Alfonso Arau, Canoa, de Felipe Cazals y La pasión según Berenice, de Jaime Humberto Hermosillo. Todas ellas con un notable éxito de público y de crítica, además de participar destacadamente en festivales internacionales. No falta quien considere este período como la “Segunda época de oro del cine mexicano”.

En el siguiente sexenio, el de López Portillo, prácticamente se desmanteló todo el aparato oficial de producción y distribución del cine mexicano; aunque el estado continuó produciendo películas importantes como El lugar sin límites, de Arturo Ripstein, Llovizna, de Sergio Olhovich, Naufragio, de Hermosillo y Llámenme Mike, de Alfredo Gurrola y se inició el regreso de los productores privados con películas como Bellas de noche y Las ficheras, que resultaron ser grandes éxitos económicos. Este período quedó marcado por el incendio y destrucción de la Cineteca Nacional y por la nunca fincada responsabilidad de la titular de la Dirección de Radio, televisión y Cinematografía (RTC), Margarita López Portillo, hermana del presidente. Así como por el surgimiento del llamado “Cine independiente” realizado a través de cooperativas fílmicas, como una alternativa de los cineastas jóvenes para seguir haciendo propuestas por un cine de calidad. Filmadas en formato de 16 mm destacaron películas como Bandera rota, de Gabriel Retes, Frida, de Paul Leduc, Nocaut, de José Luis García Agráz, La víspera, de Alejandro Pelayo y Las apariencias engañan y María de mi corazón, ambas de Jaime Humberto Hermosillo.

En el siguiente sexenio se creó el Instituto Mexicano de Cinematografía en medio de una tremenda crisis económica y se nombró como su director al cineasta Alberto Isaac. El IMCINE fue la nueva entidad oficial encargada de la producción cinematográfica. Se llevó a cabo el Tercer Concurso de Cine Experimental, se realizaron coproducciones con grupos independientes y se promovió la producción de películas con directores como Arturo Ripstein, José Estrada, Mario Hernández y Jaime Humberto Hermosillo. Asimismo, se reinauguró la Cineteca Nacional.

Con la llegada de Carlos Salinas de Gortari a la presidencia del país, se inició un período de revitalización del IMCINE con la realización de películas como Cabeza de Vaca, de Nicolás Echevarría, Solo con tu pareja, de Alfonso Cuarón, Cronos, de Guillermo del Toro, Danzón, de María Novaro, Ángel de fuego, de Dana Rotberg y Miroslava, de Alejandro Pelayo.

Se inició la realización de películas con directores provenientes del CCC, con El secreto de Romelia, de Busi Cortéz, La mujer de Benjamín, de Carlos Carrera y La orilla de la tierra, de Ignacio Ortíz.

Con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre México, Canadá y Estados Unidos se inició el proceso definitivo del desmantelamiento del sistema de producción, distribución y exhibición que estaba en manos del estado con lo que el cine mexicano quedó en franca desventaja y vulnerabilidad. La exhibición quedó en manos de compañías como la transnacional Cinemark, y las locales Cinépolis y Cinemex, qué desde entonces han favorecido abiertamente al cine estadounidense.

Durante el período del presidente Zedillo la crisis del cine nacional se agudizó nuevamente. La producción privada sobrevivió en base a la realización de “videohomes” de muy baja calidad y el cine estatal apenas produjo unas cuantas películas. Se crearon incentivos de apoyo a la producción a través de fideicomisos como Foprocine y Fidecine y se comenzó a reactivar la industria  cinematográfica. Algunas empresas privadas produjeron películas como Sexo, pudor y lágrimas, de Antonio Serrano, Todo el poder, de Fernando Sariñana, Y tu mamá también, de Alfonso Cuarón y Amores Perros, de Alejandro González Uñárritu, que se realizaron con nuevas fórmulas de producción y distribución y que obtuvieron un notable éxito de público y de crítica. La película de González Iñárritu es un referente del nuevo cine mexicano a nivel mundial. También destacó la coproducción (con Francia) independiente Japón, de Carlos Reygadas.

Habiendo sorteado crisis recurrentes a lo largo de sus primeros 60 años, el cine mexicano logró un reflejo de nuestra realidad gracias al trabajo de quienes lo realizaron: escritores, directores, productores, fotógrafos, compositores, actores y técnicos cuyo empeño no solo fue el de ser parte de una industria, sino hacer el mejor cine posible.

Hacia finales de un siglo y en el inicio del siguiente, el Cine Mexicano seguirá adelante sorteando nuevas crisis y nuevos obstáculos.

Juan Antonio de la Riva

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